La docencia es
la base de cada proceso y cambio social, debido el impacto que poseen sus
metodologías y experiencias de aprendizaje en el desarrollo emocional, social e
intelectual de los niños, niñas y jóvenes. El profesorado se ve dividido según
su especialidad y la ejerce según los planes y programas que son establecidos
por el MINEDUC, sin embargo, al encontrarse hoy en día el profesional docente
en una lucha social por su valoración y profesionalización, nos podemos
encontrar con una grave desigualdad de saberes dentro de las instituciones
educativas, debido al rol que desempeña cada docente, en este caso, hago
énfasis en los Educadores y Educadoras de Párvulos, que al ser parte del profesorado
aún no propician un empoderamiento de su rol en la sociedad y se ven
desvalorizados/as según su trabajo y poco análisis crítico y reflexivo de su
quehacer pedagógico.
Es por esto, que la Educación Inicial debe tomar un
protagonismo relevante a través de los Educadores/as que son parte de ella,
siendo científicos/as en sus aulas, hacer de su área un camino que amplíe y
valore los procesos integrales de los educandos/as, no es posible que un/a
profesional se desarrolle de manera armónica y potencie sus habilidades
intelectuales de manera significativa si su contexto laboral se enmarca en una
marginación de su quehacer, donde el aprender se ve deslegitimizado en algunas
ocasiones, por utilizar el juego como una forma de aprender y vivenciar nuevos
conocimientos, de esta manera, hacen de la Educación Parvularia un proceso de adoctrinamiento y cumpliendo con
programas ya establecidos, dejando de
lado el aprendizaje lúdico, creativo y artístico.
Ahora bien,
centrándonos en la educación inicial, es evidente que carece de una identidad
profesional si muchos Educadores/as son
representados como un “útero universal”, es decir, que socialmente son
vistos/as como personas encargadas de cumplir ciertas necesidades básicas de
los bebés, niños y niñas, sin visualizar el contenido educativo, teórico y
práctico que existe detrás, el poco sentido de crítica y valorización de la
carrera de Educación Parvularia, es de tal modo, que se reproduce en los
diferentes contextos que se desenvuelve el Educador/a, sin embargo, el
empoderamiento debe surgir desde la formación inicial del profesorado, debido
que muchas profesionales deben entender que no se educaron para ser denominadas
hermanas/os de sus apoderados/as, llevando el nombre de “tía/o”, como también,
el rol imprescindible que tienen en educar en valores y desarrollar habilidades
necesarias en los niños/as para que puedan tener un mayor dominio de su
espacio, lenguaje, motricidad, estimulación sensoriomotriz, creatividad,
integralidad etc.
En relación con
lo anterior, se requiere ejercer por parte del profesorado un mayor dominio y
valoración de su quehacer educativo, sin menospreciar e inferiorizar a
otros/as, se debe entender y comprender que la Educación Parvularia es un pilar
fundamental en la sociedad y existen a su vez, Educadores/as que realizan una
labor muy disciplinar e intelectual en sus aulas, pero no puede ser sólo una
minoría, está demostrado que los primeros años de vida de un niño/a son
cruciales para su desarrollo en el devenir, sin embargo, seguimos reproduciendo
patrones culturales que enajenan y desvaloran
a los Educadores/as, por ende, basta de llamarnos Parvularias, siendo
que somos Educadoras, aparte de enseñarle a los niños/as a través del juego
también pensamos y luchamos, aparte de cuidar, también educamos, es por esto,
que se deben crear espacios de reflexión, crítica, identidad y construcción,
para ofrecer cambios relevantes en las prácticas educativas y en sus vidas como
Educadores/as , obteniendo una remuneración digna y apreciación social.-
Autor/a: María Soledad Pino || Educadora de Parvulos || mariaa.soledad@live.cl
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